martes, 16 de abril de 2013

CHAPLIN: El genio, el mito


El saco era demasiado chico, los pantalones demasiado grandes, el bigote obviamente falso y todo este conjunto daba como resultado una silueta instantáneamente inconfundible donde quiera que se presentaran sus películas. Su más grande creación, ‘el vagabundo’, transitó todos los caminos de la vida convirtiéndose en un personaje verdaderamente popular. Cuando se presentaba una película suya, no se necesitaba colocar su nombre en la marquesina de los cines: era suficiente con exhibir una fotografía del vagabundo para llenar las salas del mundo entero. De todos los astros y estrellas de la cinematografía mundial es, sin duda, el más apreciado, además de ser uno de los pocos auténticos genios del cine. Se llamó Charles Spencer Chaplin. Esta es su historia.

Carlitos. O Charlot. O Chaplin. O simplemente "el vagabundo". El de "Vida de perro", el de "La Quimera del Oro", el vigilante, el bombero, el boxeador. Carlitos era el cine. Zapatones con puntas que miraban al cielo, galera y bastón: una figura eterna, única. Se unió al séptimo arte cuando ambos sólo eran unos aprendices y conocieron el triunfo mundial de la mano. Hoy, a casi veinte años de su muerte y a más de ochenta años de su primera aparición en la pantalla, sigue representando como pocos al artista y al hombre de nuestro convulsionado siglo XX.

Carlitos es el cine. Su importancia en esta industria es capital, su talento y sus posibilidades fueron desarrollándose parejas a las de su instrumento de trabajo y demostró que la libertad creadora, sobre todo la del director, hay que ganársela muchas veces a los golpes. Lógico esto sobre todo en un lugar como Hollywood donde -cosa curiosa- los grandes siempre han tenido problemas. Chaplin los tuvo y muchos. A Chaplin no puede encasillárselo en la categoría de “monstruo sagrado de Hollywood”. Hubo un momento en que Hollywood y  toda la puritana sociedad de los Estados Unidos lo repudiaron. Entonces tuvo que ir a filmar en el extranjero. Chaplin, desde luego, excede esa dimensión. "Pertenezco a una profesión honorable: la de clown", dijo en una ocasión. Y resulta que es un clown genial y algo más: un artista clásico del siglo XX que rebalsó las proporciones de la pantalla.

Carlitos Chaplin nació el 16 de abril de 1889 en el número tres de Pownal Terrace en Walworth, Londres. Es el segundo hijo de un matrimonio de comediantes. El apellido original de la familia era Kaplan, pero al convertirse del judaísmo al anglicanismo, el apellido derivó en Chaplin. Apenas un año después de nacer Charles, sus padres se separan. La madre, Hannah Hill, se muda junto a sus dos hijos a una buhardilla de Kennsington Road, uno de los barrios más pobres de Londres. La madre de Carlitos era una mujer sin excesivo talento para las tablas y se las vio negras para mantener a sus hijos. Hay una anécdota famosa que dice que Chaplin debutó como actor a los cinco años sustituyendo a su madre en escena mientras el público la silbaba estruendosamente por su actuación. Era lógico que la pobreza y el hambre se instalaran en el cuarto donde vivían. Para colmo, el niño pasó largos períodos en el orfelinato cuando su madre perdió la razón y sus períodos de lucidez eran cada vez menos frecuentes.

A los nueve años se incorporó a un grupo teatral, el "Eight Lancashire Lads", y dos años después es contratado por la compañía Frohman con la que realiza siete giras por el interior de Inglaterra. En 1907, con 18 años de edad, Chaplin ingresa a la compañía de mimos de Fred Karno debutando en la obra "El partido de fútbol". A su lado debuta también un joven de mirada triste llamado Stanley Jefferson que años después cambiaría su nombre por el de Stan Laurel, el recordado "flaco" de "El gordo y el flaco". Chaplin no tardó en convertirse en la estrella de la compañía de Karno y este lo envió de gira a los Estados Unidos dos veces: en la gira de 1910 a 1911 y en la de 1912 a 1913.

Chaplin llegó al cine después de haber pasado una niñez muy pobre en Londres, y el “vaudeville” en primer término, fue su vía de escape de los barrios bajos. Mientras estaba de gira por los Estados Unidos con la Karno Comedy Company, fue descubierto por Mack Sennett y, eventualmente, contratado por la compañía Keystone, con un salario de ciento cincuenta dólares por semana. Chaplin hizo treinta y cinco films para Sennett en 1914, muchos de los cuales fueron dirigidos por él mismo bajo el permiso de Sennett. En los comienzos de ese año creó el traje del vagabundo que habría de ser internacionalmente famoso. Improvisando con la ropa del departamento de vestuario de la Keystone y con las pertenencias de otros intérpretes, él combinó unos pantalones abolsados, un jaqué ajustado, un sombrero hongo, zapatos muy grandes, un bastón -tal vez un toque de vanidad humana- y un bigotito.

Sin embargo, su personaje del vagabundo (o "el hombrecito", como también se lo conoció) no surgió totalmente en la Keystone: el ritmo que allí se seguía para hacer los films era demasiado frenético para permitir que la fantasía de Chaplin floreciera por completo. Pero sus comedias para la compañía de Sennett hicieron de él un astro, y cuando, a fines de 1914, dejó a Sennett, fue para aceptar una oferta mucho más generosa de la Essany. En los cuatro años siguientes, Chaplin hizo treinta comedias en las que su calidad de artista único pudo por fin revelarse. Afortunadamente, también su popularidad creció y, hacia 1917, pudo pedir un millón de dólares para hacer ocho películas en un período de dieciocho meses.

James Agge ha escrito sobre Chaplin: "De todos los comediantes, él fue el que más profunda y sagazmente trabajó dentro de una realización, mostrando qué es en realidad un ser humano y contra qué cosas debe luchar. El vagabundo de Chaplin es un representante tan importante de la humanidad como lo es Hamlet, con todas sus facetas y todo su misterio, y nos parece poco probable que un bailarín o actor pueda superarlo en elocuencia, variedad y agudeza de acción". El hombrecito de Chaplin tenía una elasticidad y un optimismo que ni la crueldad ni el ridículo podían extinguir; era su espíritu indómito lo que hacía que el público lo amara.

La edad dorada

En la época actual resulta tal vez difícil comprender el atractivo singular que tenían muchas estrellas del cine mudo, cuyos estilos de actuación son ridículos para los actuales espectadores. Sin embargo, las comedias del cine mudo son un asunto muy distinto. Las películas de los comediantes más grandes de Hollywood, como Chaplin, Buster Keaton, Harold Lloyd y Harry Langdon, son un deleite que perdura aún hoy y tal vez sean el logro más imperecedero de los films del cine mudo estadounidense. Chaplin, después de inclinarse hacia la dirección de películas en los primeros años de la década del veinte, hizo cada vez menos películas y a veces demoró años para realizar un solo film. Sin embargo, casi sin excepción, valió la pena esperar esas verdaderas obras maestras del género cómico.

Tanto "El Pibe" -donde el vagabundo adopta a un chico abandonado (Jackie Coogan) y después se pelea con las autoridades que se lo quieren quitar- como "El Circo" -donde se muestra la secuencia de la cuerda floja en pantalla dividida-, eran verdaderamente estupendas, pero "La quimera del oro" era francamente soberbia. Esta película trata las aventuras de Carlitos en los campos mineros de Klondike. Entre esas aventuras recordemos su búsqueda del oro, sus intentos por ganarse el afecto de una bailarina de una taberna local y sus esfuerzos por no ser devorado ni por los osos ni por los exploradores, que siempre eran más grandes y tenían más hambre que él. Pero la secuencia más notable es aquella en la cual Carlitos come uno de sus viejos zapatos con gracia exquisita y aparente placer. El arte de Chaplin convierte el zapato en un verdadero festín. Lo trincha cuidadosamente, se relame anticipando su sabor y luego lo come con deleite; succiona los clavos como si éstos contuvieran los jugos más apetitosos y enrosca los cordones como si fueran tallarines.

La edad de oro de la comedia de Hollywood terminó con la aparición de las películas sonoras que, asimismo, provocaron el fin de las carreras de muchos actores, actrices y directores famosos. Chaplin simplemente ignoró el sonido y continuó haciendo películas mudas en el transcurso de los años treinta.  Generaciones posteriores conocieron a los grandes comediantes del cine mudo gracias a las reposiciones o a la televisión. Como resultado, Chaplin y tantos otros fueron honrados personalmente en distintos festivales y en las ceremonias de los premios Oscar cuando ya eran viejos. Lo que, en definitiva, representó una retribución muy pequeña por todo el placer que sus películas brindaron a tanta gente.

Entre 1918 y 1922 Chaplin filma para la First National, compañía que le había contratado como productor, director, actor y guionista. En su estudio propio rueda "Vida de perro" y "Armas al hombro", su opinión sobre esa guerra que "no duraría más de cuatro meses" como se dijo al principio y que ya llevaba cuatro años. Este film se convirtió en una de sus películas más polémicas porque Chaplin tuvo la idea de reírse de la vida en los frentes de batalla durante la Primera Guerra Mundial, en la que él no participó, lo que le granjeó no pocas enemistades. Y para 1920 comenzó a elaborar el guión de una película que será un símbolo de lo que fue su infancia: "El Pibe". Contrata a Jackie Coogan para el papel del chico abandonado que encontrará en el Carlitos vidriero a un padre. "Quiero hacer una película seria que deje traslucir al mismo tiempo la ironía, la piedad y la sátira de nuestra sociedad", dijo Chaplin. Pero "El Pibe" fue mucho más. Reflejó la frustración de un hombre que pasó su infancia recluído en orfanatos. Chaplin, que había vivido una infancia como las que relata Charles Dickens en sus novelas, conmovió al mundo entero con una película dramática y de alto vuelo poético.

En 1922 funda junto al actor Douglas Fairbanks, la actriz Mary Pickford y el director David W. Griffith la United Artists. El primer título de esta nueva etapa será "Una Mujer en París", su primer intento de hacer una película "seria". Chaplin se encuentra por primera vez ante el fracaso: el público se desconcierta ante el film "serio" del gran cómico y lo obliga a volver sobre sus pasos. Ni él ni los espectadores se arrepienten: fruto de esta decisión son "La Quimera del Oro" y "El Circo" una de las películas más trágicas de la obra chaplinesca y la que le valió un Premio Especial por parte de la Academia de Artes y Ciencias de Hollywood que llevaba entonces dos años de fundada.

En 1927 llega el cine sonoro y con él el cataclismo de la mayoría de las grandes estrellas del cine mudo. Todos se hacían la misma pregunta: ¿hablará Carlitos? Pero Chaplin prefiere no arriesgar. Su primer film sonoro, "Luces de la Ciudad", era en realidad una película muda con acompañamiento musical. Ahí está el personaje de siempre enamorado de una florista ciega a la que trata de devolver la vista desesperadamente. Cuando esto sucede, la muchacha descubrirá que su soñado amor es en realidad un vagabundo. Chaplin pasa la prueba del cine sonoro con una nota alta. Pero la técnica continúa su desarrollo y Chaplin no tendrá otro remedio que despedirse de su personaje. Por supuesto, la despedida será a lo grande: en 1936 se estrena "Tiempos Modernos" una brillante acta de defunción para "el vagabundo". Basada sólo en la mímica y en la pantomima “Tiempos Modernos” es, fundamentalmente, una película muda pero, por primera vez, y como única concesión hecha al cine sonoro, se escucha la voz de Carlitos cantando una pequeña canción. “Hasta cuando me seguiré presentando como Carlitos....No lo sé. El cine sonoro avanza y si yo tuviera que representar un personaje hablado, debería modificar las características de Carlitos”. Así pensaba Chaplin. Por eso, la última imagen de "Tiempos Modernos" muestra a Carlitos llevando del brazo a su muchacha, casi como una despedida del viejo personaje.

Exilio y final

En 1937 Chaplin comenzó a pensar su nueva película y en 1938 comenzaron las presiones para que no llegara a filmarla. El mundo comenzaba a temer la posibilidad de una nueva Gran Guerra. "¡Las luces están apagándose en Europa! Que vayan preparándose en los Estados Unidos de América del Norte!". Esta advertencia, pronunciada con vehemencia por Joel Mc Crea en el final de una película de Hitchcock de 1940, fue una de las muchas denuncias que sobre el fascismo hiciera Hollywood en los años anteriores a la intervención de ese país en la Segunda Guerra. Muchas películas tenían entonces como tema central el avance de la amenaza nazi, mientras que otras reflejaban el mismo tema desde un ángulo menos directo. Como era de esperar, Chaplin expuso claramente sus ideas sobre el tema por medio de una comedia, aun antes de que se hicieran evidentes los extremos a que habían llegado los propósitos genocidas de Hitler. En "El Gran Dictador", Chaplin interpretaba a un peluquero judío que era el doble exacto de Hynkel, un dictador antisemita que usaba bigotito y gobernaba en un país imaginario llamado Tomania. Hacia el final de la película, el peluquero lograba reemplazar al tirano el tiempo suficiente como para hacer un apasionado alegato radial en pro de la paz y de la tolerancia.

Chaplin en una escena de "Candilejas" (Limelight, 1952)
"Monsieur Verdoux" y  "Candilejas" serán las dos últimas películas que filmará antes de abandonar para siempre los Estados Unidos. Tanto en su faceta profesional como en la personal, Chaplin hizo siempre lo que quiso y se lo hicieron pagar muy caro. Fue acusado y perseguido. Cuando se vislumbró el inicio de su declive profesional fueron por él sin contemplaciones, poniendo en evidencia su tormentosa vida privada. La persecución comenzó en 1918. Se le reprochó que no fuera a combatir en la Primera Guerra Mundial. En aquel momento, decidió rodar "Armas al hombro". La First National se negó a distribuirla. Chaplin suplicó pero al final su cinta no fue presentada. El segundo problema lo tuvo con el fisco estadounidense que le reclamaba más de un millón de dólares por impuestos. Al año siguiente, los problemas personales de Chaplin le enfrentaron con la justicia americana con motivo de su divorcio con Linda Grey que le arrebató la casa y el estudio privado de filmación.

Las ideas progresistas de Chaplin y su inconformismo con la sociedad molestaban cada vez más. En 1941 reclamó la creación de un segundo frente de guerra para ayudar a la Unión Soviética. Muchos periódicos pro-alemanes iniciaron una campaña de desacreditación contra él. Más adelante, la guerra fría, que estimula toda una galería de instituciones que ahogan los mejores talentos de los Estados Unidos, lo lleva a comparecer ante el tristemente célebre senador Mac Carthy que no duda en acusarlo de pro-comunista. Más de cien periodistas lo agreden verbalmente. Se levantan carteles que dicen: "Echemos a Chaplin, el ingrato simpatizante comunista, echemos a patadas al forastero....". Chaplin, que  nunca había ocultado su debilidad por las jovencitas, hecho que tampoco estaba muy bien visto, vio como la campaña en su contra se completaba con todo tipo de rumores y alusiones indecentes sobre su vida privada. Para colmo, Oona O’Neill se marcha a vivir con él cuando sólo era una adolescente. Algunos miembros del Senado y el Congreso solicitan su deportación acusándolo de corrupción e inmoralidad. En septiembre de 1952 Chaplin aborda el Queen Elizabeth junto a su familia y abandona los Estados Unidos. Al día siguiente de su partida, el gobierno norteamericano, a través del Ministerio de Justicia, anuncia que Chaplin no puede regresar al país.

Chaplin recibe un Oscar honorífico de manos de
Jack Lemmon, 1972
"Un rey en Nueva York" es su primera película europea. Y en 1966, Chaplin filma junto a Marlon Brando y Sofía Loren el que sería su último film: "La Condesa de Hong-Kong", una mala manera de rematar su extensa y brillante filmografía. A partir de allí comenzó el momento de los homenajes. Francia le otorga la Orden de la Legión de Honor y la Reina Isabel le nombra Caballero del Imperio Británico: el pequeño vagabundo había conseguido entrar en la nobleza. Por último, Hollywood curó su complejo de culpa otorgándole en 1972 un Oscar Honorífico como premio a su extensa carrera y su aporte al cine. La ceremonia, en el Dorothy Chandler Pavillion de Los Angeles, se efectuó el 16 de abril, día en que Chaplin cumplía ochenta y tres años. Una estruendosa ovación saluda al cómico más grande de todos los tiempos: "Sería el gran viejo de Hollywood si viviera allí", dice Chaplin. Y agrega: "Deberán aceptar que Chaplin ha existido, les guste o no. Puede darse que omitan la palabra “grande”. Pero lo que Chaplin ha hecho por el cine de Hollywood no lo podrán borrar".

Sus últimos años los vivió en Vevey, Suiza. En septiembre de 1977 hizo su última aparición pública: se presenta en un circo, como simple espectador, siempre acompañado por su mujer, Oona. Al terminar la función, los payasos lo aplauden y acercándose a él le regalan sus coloradas narices de cartón.

Chaplin sostuvo durante toda su vida que su éxito como cómico se debía en gran parte a que la gente encuentra en el dolor de los demás una excusa perfecta para reírse. Asimismo él les ofrecía una venganza contundente: la carcajada de los más débiles provocada por las desventuras fílmicas de los poderosos. El cine de Chaplin fue el espejo y la conciencia de la sociedad contemporánea. Ya fuera en su primera época con la encarnación de "el vagabundo", o en el trabajador alienado de "Tiempos Modernos" hasta su oposición radical al nazismo con "El Gran dictador", Charles Chaplin pegó un repaso a los atropellos históricos de este siglo. Vida y creación unidas, alimentándose mutuamente una y otra hasta convertirse en la más valiosa inspiración. Porque como él mismo dijo una vez "la comedia es la vida vista de lejos; la tragedia es la vida vista de cerca".

Desde esta perspectiva filmó y vivió Carlitos. O Charlot. O "el vagabundo". El de "Vida de perro", el de "La Quimera del Oro", el vigilante, el bombero, el boxeador. O, simplemente, Chaplin, el cómico más grande de todos los tiempos.