domingo, 9 de febrero de 2014

El nacimiento del Vagabundo


Un 9 de febrero de 1914 se estrenaba "Mabel's Strange Predicament", con la dirección de Henry Lehrman y Mack Sennett y la actuación de Charles Chaplin y Mabel Normand, película para la cual Chaplin creó el personaje del Vagabundo (The Tramp), tal vez el personaje más famoso de la historia de las comedias cinematográficas y el más recordado y entrañable de toda la historia del cine. Cuando fue creado, nadie, ni el mismo Chaplin, pudo imaginar que alcanzaría fama y perdurabilidad. Lo que sigue, es el texto que el gran comediante inglés escribió en su autobiografía de 1964.

El día que terminé de filmar una película con Henry Lehrman, Sennett apareció en el estudio. En uno de los set estaba Ford Sterling y en otro Arbuckle; todo el estudio estaba ocupado por tres compañías que estaban trabajando simultáneamente. Yo estaba vestido con mi ropa de calle y sin nada que hacer, por lo tanto me quedé donde Sennett pudiera verme. El estaba con Mabel Normand examinando una escenografía que representaba el vestíbulo de un hotel y mordiendo la punta de su cigarro, dijo: "Aquí hacen falta algunos ‘gags’", y luego se dirigió a mí: "Ponte algún maquillaje cómico. Cualquier cosa puede servir".

Yo no tenía idea de que manera podía maquillarme. No me gustaba mi caracterización de periodista. Sin embargo, cuando iba camino al vestuario pensé en ponerme unos pantalones abolsados, zapatos grandes, un bastón y un sombrero hongo. Quería que todo fuera contradictorio: los pantalones serían abolsados, el saco ajustado, el sombrero pequeño y los zapatos enormes. No había decidido aún sobre la apariencia de mi rostro, pero entonces recordé que Sennett quería que se me viera más grande, por lo tanto me coloqué un pequeño bigote pensando que me agregaría edad sin ocultar mi expresión.

No tenía idea de como sería el personaje. Luego ni bien me vi vestido y maquillado, tuve la idea cabal de cuál sería el tipo de personaje que había imaginado. Comencé a conocerlo bien y ya cuando volví al estudio tuve la certeza de que él había nacido por completo. Cuando llegué ante Sennett asumí el personaje y me puse a caminar frente a él balanceando mi bastón. Sennett era muy buen público y se reía con ganas cuando algo le resultaba gracioso. Comenzó a reírse con risitas ahogadas hasta que todo su cuerpo se sacudió de risa. Eso me alentó y comencé a explicarle mi personaje: "Este sujeto tiene muchas facetas, es un vagabundo, un caballero, un poeta, un soñador y un solitario, siempre deseoso de romance y de aventuras. Es capaz de hacerle creer a uno que es un científico, un músico, un duque o un jugador de polo. Sin embargo, no le importa recoger puchos de cigarrillos o robarle un caramelo a un niño. Y por supuesto, si la ocasión lo requiriera, sería capaz de darle un puntapié en el trasero a una señora... ¡pero sólo si estuviera sumamente enojado!"

Y seguí hablando así durante más de diez minutos, logrando que Sennett continuara con sus risitas. "Muy bien", me dijo, "ve al decorado y trata de ver que puedes hacer allí". Al igual que en las películas de Lehrman yo sabía muy poco del argumento del film, salvo que Mabel Normand tenía problemas con su marido y su amante. En todo lo que sea comedia es muy importante tomar una actitud definida, pero no siempre es fácil encontrarla. Sin embargo, al ingresar en el vestíbulo del hotel sentí que yo era un impostor que se hacía pasar por uno de los que vivían allí, pero que en realidad era un vagabundo buscando refugio. Entré y tropecé con el pie de una dama. Me volví y me quité el sombrero excusándome, luego seguí y tropecé con una estatua, entonces me volví y me quité el sombrero excusándome ante la estatua. Detrás de la cámara empezaron a reírse.

De pronto se había reunido bastante gente allí, no sólo los actores de los otros elencos que habían dejado sus set para venir a vernos, sino también los utileros, los carpinteros y los integrantes del departamento de vestuario. En verdad, eso era todo un halago.

Cuando terminamos el ensayo teníamos una gran cantidad de público riéndose. De pronto lo vi a Ford Sterling que estaba espiando por detrás de otras personas. Cuando terminamos, supe que lo había hecho bien. Al final de la jornada, cuando fui al camarín, encontré a Ford Sterling y a Roscoe Arbuckle que estaban quitándose sus maquillajes. Se habló muy poco, pero el ambiente estaba cargado. Tanto Ford como Roscoe me tenían simpatía, pero francamente yo presentí que estaban sufriendo un conflicto interno.

La escena había tenido una extensión de setenta y cinco pies. Más tarde, el señor Sennett y el señor Lehrman discutieron si convenía dejarla así o cortarla, ya que las escenas comunes de comedia muy pocas veces tenían una extensión superior a los diez pies. Yo les dije: "Si es cómica, ¿qué importa cuanto dure?". Y ellos decidieron mantener su extensión de setenta y cinco pies. Ya que la ropa me había hecho encontrar mi personaje, decidí allí mismo que la seguiría usando, pasara lo que pasara.

Esa noche volví a mi casa en ómnibus con uno de los actores secundarios. El me dijo: "Bueno, muchacho, has comenzado algo importante; nunca antes alguien había conseguido que se rieran así en el estudio, ni siquiera Ford Sterling... ¡y debías haberle visto la cara, era impresionante!"

"Esperemos que también los espectadores se rían así” -le contesté, tratando de disimular mi satisfacción."