jueves, 23 de julio de 2015

De poetas y rockeros

A Luis Alberto Spinetta todos lo llaman poeta... Bob Dylan fue tres veces nominado al Nobel de Literatura. Se habla de la poesía de Pink Floyd, de Lou Reed, de Jim Morrison, del Indio Solari... Pero, ¿se puede considerar poema a una simple letra de rock? ¿O es que hay algún tipo de límite?

Bob Dylan
El caso de Dylan tomó estado público cuando el profesor Gordon Ball del Instituto Militar de Virginia, Estados Unidos, llenó su formulario –como miembro que es de la Academia de Letras de Noruega– postulando a su candidato para el Nobel de Literatura del año 1996. Además, en una carta adjunta, el profesor aclaraba que Robert Zimmerman (o Bob Dylan) merece la nominación “por la influencia mundial que han tenido sus canciones y su literatura”.

Llama la atención que tanto Dylan como Spinetta hayan asegurado que nunca quisieron ser otra cosa que músicos. Es más, el músico porteño nacido en Belgrano tuvo que aclarar en más de una oportunidad: “No quiero ser la mosca blanca del rock; no pretendo ser el Borges del rock”.

Obviamente ellos no son los únicos que aparecen sindicados como poetas del rock. Ahí también están Jim Morrison, Lou Reed, Tom Waits. Dicen que allí habitan Kurt Cobain y Laurie Anderson, Joni Mitchell y Peter Gabriel. Y los argentinos Miguel Abuelo, Moris, Javier Martínez, el Indio Solari y hasta algunas letras de Charly García y Gustavo Ceratti...

“Haceme desaparecer a través de los anillos de humo de mi mente,
bajo las ruinas neblinosas del tiempo, más allá de las hojas heladas,
de los árboles encantados, aterrorizados, hacia la playa ventosa,
lejos de los tentáculos malignos de la pena loca...”
(Bob Dylan, ‘Mr. Tambourine Man’)

¿Simples letras de canciones o poesía musicalizada?
Músicos de rock devenidos poetas. ¿Devenidos poetas?

Para el poeta Juan Gelman “hay varias cuestiones: una, cuando se musicaliza un poema, otra es cuando la letra se construye después de la música. Por ejemplo, Jim Morrison escribía poemas y también escribía canciones. Y algunos de los poemas los musicalizaba. Escribiendo poesía –dice Gelman–, Morrison era un poeta”.

En su libro La poesía del rock, el periodista marplatense Marcelo Gobello asegura que cada día más las letras de las canciones son vistas de otro modo: “De hecho –afirma Gobello– ya se convirtieron en materia de estudio en las universidades de letras de los Estados Unidos y Europa. Por otro lado, las nuevas generaciones consumen poesía a través del rock”.

Por otra parte, alguien dijo que las verdades reveladas no se explican. Que están hechas para ser copiadas en agendas, en paredes, en hojas sueltas que muy pronto se extraviarán para siempre. ¿Será que con las canciones pasa como con los poemas? ¿Será que en una canción cada uno entiende lo que puede, lo que quiere o lo que tiene?

Indio Solari
No es novedad que a Carlos Solari, el Indio de los Redonditos de Ricota, le molesta explicar las letras que escribe. En una nota para el diario Clarín, en 1997, decía Solari: “Los chicos saben de qué se trata. La letra es aquello que hace envejecer a una canción. Cuanto más poder enigmático, menos rápido envejecen”.

Para el poeta Daniel Helder, del Diario de Poesía, existen diferencias. “No veo muchos problemas para considerar una letra de canción como un poema. Sin embargo, las veces que lo hago son más bien pocas. Por lo general, ocurre que una letra tiene pasajes de poeticidad muy elevados, pero nunca se puede estar seguro si esa altura la alcanzan las palabras por sí mismas o sólo con ayuda de la melodía”.

Helder pone como ejemplo a los Redondos y dice que “cuando los Redondos ponen ‘a brillar, mi amor, vamos a brillar’, es obvio que si la simpleza de la frase de Solari se vuelve tan rendidora no es por un mérito puramente intrínseco a las palabras, sino por la apoyatura de la frase musical de Belinson”.

Si uno comparte aquello que el personaje que encarnaba Robin Williams les enseñaba a los alumnos de la “Sociedad de los Poetas Muertos”, es verdad entonces que la poesía precisa de un tiempo de lectura poético, de relectura, de saborear las palabras. De un tiempo que haga hundirse al lector en el texto que está leyendo. Las canciones tienen, por el contrario, un tiempo determinado desde antes. Lo que puede suponer cierta tendencia a la frase efectista.

Peter Gabriel
Algunos músicos –justamente aquellos que huyen de las frases efectistas– suelen tomarse su tiempo para plasmar la letra y parecen escapar, si es que lo hay, al límite entre letra y poesía. En esa obra magnífica que fue The Lamb lies down on Broadway (El cordero yace en Broadway), editado por el grupo británico Genesis en 1974, Peter Gabriel escribía:

“En el brillo de una luz,
veo una especie de extraña visión,
con jaulas unidas para formar una estrella.
Las personas no pueden ir muy lejos
todas atadas a sus cosas
amarradas por sus cuerdas
libres para revolotear en el recuerdo 
de sus desgastadas alas...”
(Peter Gabriel, ‘In the Cage’)

Daniel Helder hace otra observación: “El poema del poeta, en el libro de poemas, debe reponer de algún modo ese factor ausente que es la música de la canción, y debe hacerlo con sus propios medios: la música verbal. Esta música verbal, justamente, es lo que falta en las letras de canción, cosa que salta a la vista cuando las leemos en el cuadernillo del compact”.

Pero esta afirmación puede, en algunos casos, presentar excepciones. Y si no, vale la pena leer este fragmento de "Stairway to heaven", la poesía / canción del grupo británico Led Zeppelin, cuya autoría pertenece a Robert Plant y Jimmy Page:

(...) Y se dice en susurros que pronto, 
si todos nosotros decimos la melodía,
entonces el gaitero nos guiará a la razón.
y un nuevo día nacerá para aquellos que aguantan,
y el bosque devolverá un eco con carcajadas.
Si hay ajetreo en tu seto,
no te alarmes,
es solo la limpieza de primavera por la Reina de Mayo
Sí, hay dos caminos por los que que puedes ir,
pero a la larga,
todavía hay tiempo para cambiar el camino en el que estás.

...y hace que me pregunte

Robert Plant y Jimmy Page
Hay un zumbido en tu cabeza y 
y no se irá, porque no sabes
que el gaitero te está llamando para que te unas a él,
querida dama, no puedes oír el soplido del viento,
y ¿sabías que tu escalera se apoya en el susurrante viento?

Y mientras nosotros seguimos bajando por el camino,
nuestras sombras son más grandes que nuestras almas,
camina una dama a la que todos conocemos,
que brilla con luz blanca y quiere mostrar
como todavía todo se convierte en oro,
y si escuchas muy atento,
la melodía vendrá al fin a ti,
cuando todos sean uno y uno sean todo,
ser una piedra y no rodar.

Bob Dylan es un caso paradigmático a nivel mundial. Sus letras, para mucha gente, son poemas que, incluso, aventajarían en las páginas de cualquier antología poética a los poemas de sus contemporáneos: los poetas beatniks. Y como contrapartida, muchos de los que escucharon alguna grabación de los recitales poéticos de Dylan Thomas (el poeta galés del que Bob tomó prestado el nombre) afirman que dichos recitales reclaman un lugar en todas las discotecas.

Luis Alberto Spinetta
En la Argentina, el mismo caso que se da con Bob Dylan se presenta con Luis Alberto Spinetta. Quién, muy a pesar suyo como ya vimos, tiene ganado un lugar entre los mejores poetas argentinos. Además, tanto Dylan como Spinetta se dejaron tentar por la tinta y el papel y han editado sendos libros de poesía. El norteamericano lo hizo en 1966 con un libro llamado Tarántula y el argentino, en 1978, con un trabajo al que tituló Guitarra Negra.

Para el final, unas palabras de Juan Gelman: “A la hora de la creación, hay una diferencia porque hay lógicas distintas: no es lo mismo tener que depender de una música que tener que depender de la palabra. Esto no lo hacen ni mejores ni peores. De hecho, hay poemas que poco tienen que ver con la poesía y hay canciones que, incluso sin música, son verdaderos poemas”.

Demás está aclarar que los extractos de las letras y las canciones elegidas no son más que una muestra arbitraria de ese límite difuso entre letras de rock y poesía. Podríamos hablar una semana entera sobre cuanto se acercan y cuanto se alejan unas de otras y podríamos discutir sobre todas las respuestas que hallemos.

“No somos más que dos almas perdidas
navegando en una pecera
año tras año, corriendo siempre sobre el mismo terreno,
¿qué hemos encontrado?
Los mismos temores de siempre.
Me gustaría que estuvieras aquí...”
(Roger Waters, ‘Wish you were here’)

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